De repente, y para sorpresa de extraños pero sobre todo de propios, en un partido político se da el pistoletazo de salida para un debate ideológico a la siciliana pero en modo catódico, que es lo moderno. El PP no va a inventar ahora los debates ideológicos tan propios de los partidos políticos, y el que parece darse en su seno se restringe a la lucha por el poder para alcanzar desde él el otro gran poder.
Con descaro y demagogia pero no por ello sin acierto, Esperanza Aguirre reclama democracia en el seno de su partido y sus partidarios primarias. El PSOE tiene un sistema más napolitano de baronías – qué paradoja en un partido socialista – y haciendas varias.
¿No está Doña Esperanza en su ibérico esperpento evidenciando el estado comatoso de su partido en cuanto a democracia? ¿No está esta señora que denuncia aspiraciones ajenas exponiendo lo que ha callado cuando su partido funcionó siempre como ella denuncia ahora que funciona?
El debate ideológico es el mismo poder, y así el PP viene a dar la razón a Marshall McLuhan quien dijo que el medio se había convertido en el mensaje. Es urgente que el ejercicio democrático no dependa por más tiempo de quienes lo vacían hasta el estrangulamineto, una empresa que pasa por los militantes de cada partido que realmente crean en la necesidad y ejercicio de la democracia y quienes decidan proponer en marcha mecanismo de democracia directa.