Y ETA puso su obscenidad sanguínea

No bastaba el espectáculo de estas elecciones para poner al descubierto las obscenidades de cada partido, cuando ETA ha puesto la suya particular geométricamente más espectacular y obscena de cuantas hay, y todo un reflejo de la utopía política que defiende en aras de la libertad totalitaria.

El bucle en el que se repite la izquierda abertzale es de una fuerza inerte tal que cualquier salvajada que ETA cometa – aparte de su misma existencia – no causa la más mínima reacción de independencia. O, lo que es lo mismo, está tan vacío el principio democrático en la izquierda abertzale que en uno de sus últimos comunicados ETA recordaba orgullosa que es la vanguardia del movimiento independentista. Hay un punto final que se acerca para la izquierda abertzale, un punto final democrático que costará las vidas que los sicarios patriotas decidan a su utópico capricho, pero del que no escapará ni la obedecida vanguardia y los obedientes simpatizantes.

Qué duda cabe que en la degradación democrática que sufre Euskadi, ETA tiene una responsabilidad primordial y con consciencia la explota para degradar no sólo la democracia misma sino la convivencia entre los ciudadanos, objetivos ambos imprescindibles para justificar su propia existencia.

ETA es un ejemplo de cómo una esclerótica utopía puede desarrollar toda una serie de mecanismos a fín de someter al pueblo bajo una estricta praxis de vanguardia. su ideario trasciende en totalitarismo al modelo más totalitario de Estado posible: la vanguardia hace de tribunal, de policía, de ejército, de cuerpo recaudador, de orientador social. Y ello justificado por algo también por encima de los ciudadanos: el totalizador derecho histórico o el derecho del pueblo – de de cada cual- como un todo. Todo en nombre de la democracia para Euskalherria, donde aún queda obscenidad para rato.

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