Un Ayuntamiento contra sus habitantes

Aún resuenan en Salamanca aquellas inmortales palabras de Unamuno – Vencereis pero no convencereis – pero sus destinatarios no llevan uniforme sino por el contrario – en la teoría, como se ve- surgen de la voluntad popular a la que luego ninguinean, o desalojan como es el caso, policía municipal mediante. En el pleno municipal de Salamanaca se presentaron los vecinos para protestar por un alzamiento de impuestos que nadie les consultó. Su voz fue simplemente desalojada.

Las habituales subidas salarias de alcaldes y concejales recién apoltronados es una costumbre que aunque indignante se soporta con la lejanía cínica de saber que por lo menos ese dinero no saldrá directamente del bolsillo del contribuyente -del que sale todo, como la chistera del mago-. El inri a la ciudadanía es decretar una subida de impuestos en su favor, en una especie de despotismo ilustrado, aunque sin lustre y a la cara de la modernidad. No tendría sentido tal valentía si a la hora de protestar hubiera habido consideraciones con los protestones: arrastrados por el suelo consistorial y expulsados por la policia municipal, que para algo también verá subido su salario.

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