La revolución que pudo ser y no fue

La revolución que pudo ser y no fue

A 48 horas del cierre de las listas electorales para las elecciones de Mayo, mi llamamiento para hacer de la chispa del #nolesvotes un incendio que acabase con la pseudodemocracia que padecemos ha producido un efecto nulo.

No hemos conseguido que el mensaje calase lo suficiente como para poner en marcha candidaturas directodemócratas.

No hemos conseguido que quienes cuentan con una mayor implantación de entre las propuestas similares a la nuestra hayan abandonado su apuesta autolimitada por la democracia participativa, esa terreno empantanado y en el que se mueven tan a gusto los usurpadores de la soberanía ciudadana.

No hemos conseguido que #nolesvotes asumiese con valor su propia fuerza y se convirtiese en una apuesta por el #votateati, que fuese el primer paso en la demostración práctica que la tecnología sirve para algo mucho más importante que para compartir películas y discos: para apoderarnos del gobierno de nuestras propias vidas.

Lo que (no) ha sucedido demuestra varias cosas, a mi entender:

  • La fuerza y capacidad de movilización de D3 es sumamente limitada.
  • Aunque el mensaje de la estrategia troyana digital encuentra eco en cada vez más personas (en Twitter, en nuestro blog, en nuestros foros…), existen grandes barreras para su comprensión y para su difusión, incluso en un medio en teoría idóneo para ellas, como es Internet. La difusión es demasiado lenta, y el deterioro político, social y civilizatorio avanza mucho más rápido.
  • Los activistas de #nolesvotes no han sido conscientes de su fuerza y de que la ocasión era inmejorable para poner en marcha una revolución que impidiese nuevas leyes contra la mayoría ciudadana, como la Ley Sinde contra la cual ha surgido. O quizás tenían razón quienes veían el interés de determinado(s) partido(s) concreto(s) minoritario(s) pero con presencia parlamentaria, en ese no votar al PPSOE pero tampoco montar una candidatura sin programa y por la democracia directa. Prefiero pensar lo primero…
  • #Nolesvotes se ha equivocado al pedir un voto de castigo por una cuestión nacional en unas elecciones municipales, desvirtuando la potencialidad para el gobierno local directo en manos del pueblo.
  • El Partido de Internet insiste incomprensiblemente en su negativa a asumir la Democracia Directa por bandera y reduce su apuesta a una democracia participativa electrónica, que renuncia al entorno idóneo de demostración municipal y apunta únicamente a actuar políticamente por arriba, en las Corte Generales.
  • Quienes apuestan por la democracia participativa se convierten en un imán que atrae descontentos con el sistema, pero que acaba perpetuándolo al desviarlos de la necesaria vía radical por la democracia directa. Lamentablemente captan y desactivan cada día a más personas que podrían ser activistas por la democracia directa.

Hemos perdido una oportunidad que quizás no volvamos a tener. Dentro de 4 años quizás la situación económica, social, política e incluso de acceso a la tecnología, sea mucho peor para este tipo de apuestas por la introducción tecnológica de la democracia directa en las instituciones representativas. Entonces quizás volvamos la vista atrás y nos arrepintamos de lo que dejamos de hacer en estas municipales de 2011 o nos duela la incapacidad que demostramos de prender incendios revolucionarios.

Tal vez la estrategia del Partido de Internet sea al final la adecuada y nos dé una posibilidad de revolucionar la política de otra manera, a otro ritmo, en otro lugar: conquistar escaños en el parlamento español para demostrar que no necesitamos a los politicos. Pero tendrá que haber cambios de calado en la apuesta política de este grupo para que nos encontremos caminando juntos. Y creo que su defensa de la democracia participativa supone un paso atrás en la necesaria convergencia directodemócrata.

Creo que todos debemos reflexionar sobre esta revolución fracasada antes de nacer, y los primeros, los miembros y simpatizantes de D3.

Sobre el Autor

Digital2 es miembro fundador de D3.