Los agujeros negros de la democracia unen espacios opacos municipales con lugares convexos ministeriales, en una soberbia constelación de estrellas políticas de luz negativa al margen del sistema del que absorven luz. Puede suceder en cualquier sitio, pero en este caso es en París, que bien vale esta misa que para los medios ha pasado bastante desapercibida: Jean paul Bolufer, jefe de gabinete de la ministra de vivienda del gobierno francés, Christine Boutin, se ha visto obligado a dimitir por beneficiarse de un piso protegido por el que pagaba de alquiler entre 4,60 y 12,20 euros el metro cuadrado (el mercado libre roda los 30 euros(1). Messier Bolufer, encargado de mantener una postura firme con los sin techo, pagaba una cantidad ridícula en relación a su sueldo y al lujoso piso «protegido» de 190 m2 en el barrio latino.
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La dimisión de Bolufer se produjo después de que la misma ministra se mantuviera firme en defenderle durante dos días y tuviera que ceder ante la petición del primer ministro, Fillon para que el caso no creara un estado de indignación mayor.
Pero con su cese, el caso de Bolufer no ha hecho mñas que empezar. el secretario, herido en la parca defensa que de sus privilegios han hechos sus superiores, amenaza con hacer funcionar el ventilador, y adelanta que Exigirá que la empresa municipal que gestiona en París los pisos de lujo con renta limitada publique sus listas completas de inquilinos y que el Tribunal de Cuentas los investigue. Callado se mantuvo desde que en 1981 goza de su privilegio, y ahora se ofrece como ariete de la transparecia presupuestaria en bien del contribuyente.
Este caso desempolva un funcionamiento que afecta a municipios, alcaldías y ministros de todo el espectro de partidos. No urge, por tanto, buscar en unos o en otros la solución al problema inmediato de esta corrupción cuya cotidianeidad ha hecho de la democracia su apéndice. Busquemos otros caminos.
(1) Le grande tradition parisienne du piston, Le Canard Enchainé(26/12/2007)
