Barakaldo, Vizcaya. El Ayuntamiento recalifica unos terrenos donde viven numerosas familias para venderlos a una promotora que se compromete a realojar en 25 meses a los vecinos expropiados. Cuatro años después, la mitad de los vecinos siguen en los provisionales barracones de 40 m2 que entonces les concedieron. La otra mitad ha sido domiciliada en viviendas defectuosas. El alcalde, del PSOE, asegura que es un problema «privado» entre la promotora y los vecinos. Así le ha sacado los colores el programa Caiga quien caiga.
Hecho el negocio gracias a la recalificación del terreno en el que vivian , el alcalde no piensa ni reunirse con los vecinos afectados. ¿Para qué si han pasado ya las elecciones? ¿Por qué si «no es» un problema del Ayuntamiento? Es en resumidas cuentas, la metáfora de la democracia municipal: el ayuntamiento crea los probelmas a los ciudadanos rompiendo en dos su derecho, pero no dudará en acudir a él para legitimar cuatro nuevos años de gestión. Y todo ello aderezado con las habituales recalificaciones de terrenos, plusvalías varias, etc… Para el alcalde Tontxu Rodríguez, del PSOE, no hay cuentas que rendir ante los ciudadanos afectados por la recalificación municipal. Es más, debieran estar contentos por «haber pasado de vivir en infraviviendas» a tener en el futuro futurible que establezca la promotora «una casa en condiciones». La calidad de la democracia es tal que el derecho a la vivienda — mediante contrato y plazo establecido– pasa al arbitrio de una promotora privada Ayuntamiento mediante.
No es extraña la soberbia del alcalde barakaldés. Su partido tiene asegurado el apoyo del PNV en todos los municicipos de la margen izquierda del Gran Bilbao, gracias a un democrático intercambio de cromos que permitirán al PNV gozar otros enclaves municipales suculentos, como el de Getxo, donde el PSOE había hecho campaña para desvancar al sempiterno,cicatero y corrupto PNV de la alcaldía, donde por cierto – agárrense- hay un plan inmobiliario de 50.000 viviendas.
Todo el despropósito municipal que por fuerza se avecina tras las elecciones no es más que el espoletzo que da a la ciudadanía mayores motivos para organizar una democracia real y al servicio de la sociedad, una democracia que rinda cuentas diariamente ante sus actores, los ciudadanos. Y no habrá de tardar el momento en que colectivos como los ciudadanos afectados por al corrupción en Barakaldo y otros municipios se sirvan de iniciativas como D-3. Al tiempo.
Democracia intermitente
La intermitencia de la soberanía popular es algo ya tan asumido que el amigo Tontxu puede pasear su cinismo por las pantallas de medio país sin que le tiemblen sus generosas carnes. Dentro de 4 años, cuando vuelva la soberanía, a pasear su rutilante cola por el cielo mediático… nadie recordará este programa. Bueno, sólo un puñado de vecinos que no lo olvidarán pues viven con ello.
El compartamiento que tienen los políticos me hace recordar en aquel dicho popular relativo a las relaciones de pareja: «Mucho prometer hasta meter, y después de metido (aquí diríamos… «el voto en la urna»), nada de lo prometido».
El hartazgo ciudadano no tiene salida, y aunque sabemos que nos chulean nuestros políticos (mientras se cuelgan medallas a lo políticamente correcto, usan un lenguaje no sexista y organizan mercadillos de comercio justo), tratan a sus propios votantes y vecinos como un marido maltratador a una mujer que sabe que no tiene posibilidades prácticas de renunciar a él.
Pero como bien dice Digital4, Democracia Directa Digital ha surgido precisamente de ese hartazgo. Y sumaremos muchos hartazgos. Ya es hora de que termine el chuleo, el abuso y el bochornoso cinismo de los partidos que nos (des)gobiernan. Llegó la hora de decirles: no te necesito y voy a vivir mejor sin ti…